La que roba gestos

En la vitrina de los símbolos culturales, y contraculturales, de la América de este siglo, Annie Leibovitz ocupa desde hace veinte años un lugar preferente. Esta hija de coronel del ejército USA, nacida en Connecticut en 1949, hizo temblar las meninges de los puritanos «States» en 1969, cuando en las páginas de la revista Rolling Stone publicó una fotografía del escritor de la «beatgeneration» Allen Ginsberg fumando un porro. Los Estados Unidos que habían enviado a sus chicos a morir en Vietnam tuvieron desde aquel mismo día en Annie Leibovitz a una de sus hijas más malditas y más admiradas. 

La fotógrafa de los añosrock, como algunos han querido llamarla, es desde entonces símbolo viviente de la cultura popular norteamericana, de esa cultura que se las ve día tras día con los censores que tapan las fotos del fallecido Robert Mapplethorpe por considerarlas obscenas, de esos jueces que sueltan a policías blancos «peganegros». Para Annie Leibovitz, el puritanismo es «algo horrible» y la censura artística que deriva de él «es terriblemente injusta». Ella estaría incluso en contra de censurar la reciente y polémica campaña publicitaria de Olivieró Toscani para Benetton, -campaña «que odio»-, con tal de privilegiar el derecho a la libertad de expresión. Ha llovido mucho desde los lejanos finales de los 60. Ahora, la Leibovitz es millonaria y eso le permite elegir los trabajos que le apetecen. Annie Leibovitz es la foto de John Lennon desnudo, junto a Yoko Ono, pocas horas antes de caer abatido por las balas de un desequilibrado. 

Es también la foto de Andy Warhol sacándole una foto a ella, con la mano metida dentro de la chaqueta como Napoleón. Bette Midler tumbada en un lecho de flores, Sting embadurnado de barro enmedio del desierto, Louis Armstrong en su casa de Nueva York o Whoopi Goldberg zambullida en una bañera con leche. Y es, sobre todo, el impresionante reportaje sobre la gira que los Rolling Stones hicieron en 1972 por EEUU: su auténtica consagración. Sus imágenes de todos estos personajes constituyen auténticos clásicos en el retrato fotográfico moderno. Nadie acierta a saber, y por supuesto ella no lo revela, cómo hace que semejantes personas hagan cosas semejantes. «Pretendo que mis ideas vengan del propio personaje», asegura, pero está claro que eso no explica cómo Clint Eastwood se deja atar de pies y manos o cómo David Byrne, líder del grupo Talking Heads, se viste una chaqueta hecha de hojas de árbol. 

La campaña publicitaria que Annie Leibovitz ha realizado para American Express, entidad patrocinadora de la muestra, es uno de los jalones más importantes de su carrera, tal y como ella reconoce. Catherine Deneuve, Ella Fitzgerald, Christian Lacroix y Luciano Pavarotti son algunos de sus protagonistas. La exposición que el Centro Nacional de la Fotografía de París acoge hasta el próximo 27 de julio viajará después a Hamburgo, para recalar en la Casa de Vacas de Madrid del 8 de octubre al 11 de noviembre próximos. «Annie Leibovitz Fotografías 19701990» supone un recorrido exhaustivo por la trayectoria de esta americana divertida, brillante y conque logró aupar a la fotografía-rock a lo más alto. La revista Rolling Stone en los 70, Vanity Fair en los 80, el amor declardo por la fotografía de Henri Cartier-Bresson, la influencia clave de Richard Avedon... Sus iconos de papel siguen llenando portadas y carpetas de discos, y su desbordante imaginación continúa robando a los famosos parte de sí mismos. Ella es una ladrona de gestos.

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