Sigue creciendo en robo de móviles en Barcelona
EL Conseller de Interior anunció ayer que su departamento va
a desplegar un dispositivo especial para poner freno al crecimiento
espectacular de robos de móviles en Cataluña, y especialmente en Barcelona y
las zonas costeras.
El proyecto se fundamenta en el control de las tiendas de
venta de smartphones, donde se liberan y se reparan o compran accesorios,
porque en las últimas operaciones policiales en este terreno se recuperó un
millar de teléfonos móviles robados.
Más allá de celebrar la decisión de la policía catalana, que
por fin se decide a actuar con contundencia contra este nuevo azote delictivo,
se echa de menos algo de autocrítica por lo mucho que ha tardado la Generalitat
en actuar ante un auténtico problema social.
Y es que mientras los índices de
delincuencia han ido descendiendo, y cada vez se registran menos robos y
tirones, el delincuente ha encontrado un nicho para sus actuaciones delictivas,
la sustracción de móviles.
La fiebre de la telefonía inteligente ha inundado las
calles, y cada vez son más los servicios que se prestan vía internet, y los
usos que ofrecen estos aparatos, que son ordenadores en miniatura.
Fáciles de
ver, fáciles de sustraer en un despiste y con poco castigo penal en caso de que
al delincuente se le pille in fraganti, los móviles se han ganado hace tiempo
el dudoso privilegio de ser objeto de deseo prioritario de los delincuentes y
sus sustracciones han causado un importante menoscabo para los perjudicados.
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