Mary Quant la reina de la minifalda

Mientras Mary Quant inventaba la minifalda y Courréges hacía lo impensable con las texturas, a la mujer Bond le bastaron durante demasiadas entregas sencillos trajes de chaqueta para el trabajo y poca ropa o ninguna para el placer.

En el 64, Goldfinger es una isla de color y atrevimiento en una historia de seriedad y callado cromatismo. El colorismo volvió con Sólo se vive dos veces (1967) gracias a los ancestrales quimonos que las abnegadas japonesas lucen en la película. Los 70 y Kenzo traerían de vuelta la estética de esta cultura milenaria. 

Parece que la caída de la minifalda por esta década, en favor de otros largos más adecuados para una mujer espía, hace que las chicas Bond vean su vestuario algo más cuidado. Pero poco es el presupuesto destinado todavía a estos menesteres.

El abigarrado estilo de los 80, hoy de vuelta, es la respuesta a la estética uniforme de décadas anteriores y un modo de diferenciar socialmente a los que podían permitírselo. Buenas y malas, cumplen su papel pero no se escapan y lucen bombachos rojos, escandalosos tops asimétricos, anchas pamelas y tacones de aguja. Recordemos el historiado modelo gris (sencillo para esos años) que lucía Kim Bassinger en Nunca digas nunca jamás mientras bailaba un confidencial tango con Sean Connery. El glamour atemporal se iba manteniendo intacto en unas mujeres cuya acción ya iba superando el caer en brazos de 007. Grace Jones fue el ejemplo casi tangible de ese cambio de actitud. En los 90, el personaje de jefe supremo, M, se convierte en una fémina respetada y con la misma autoridad que su predecesor. Comienza el liderazgo de las mujeres y Bond empieza a ser retado por bellas rivales en demasiadas ocasiones para un hombre de su talla.

Cuando Ian Fleming creó el personaje de James Bond en su primera novela (1952), pensó que el resultado era «miserable». Hoy, 007 es uno de los pocos personajes que lleva 40 años en la gran pantalla repartiendo clase. Seguramente, detalles como conducir un Aston Martin o beber siempre Martini con Vodka («mezclado, no agitado, ¡por favor!) ayuda también bastante.Pero el amante perfecto tiene sus recursos como cualquier mujer.Lindy Hemming (responsable de vestuario en las últimas cuatro películas), nos revela que el secreto de la imagen Bond está en el clasicismo de sus trajes, que al contrario que en los 70, hoy procuran guardar un estilo muy depurado. Así, el agente 007 elige sus corbatas en Turnbull & Asser, el calzado siempre inglés, de Church's, los trajes italianos a medida por la casa Brioni y su coche, Cadillac prestado, es un fascinante Aston Martin.

Mientras la moda y la imagen cobran protagonismo, la chica Bond comparte y eclipsa al que fuera el indiscutible protagonista. Se habla incluso de la emancipación cinematográfica de Jinx, el personaje interpretado por Halle Berry. Jamás un personaje femenino tuvo tanta fuerza, a pesar de haber tenido que medirse con la mismísima Madonna. Según la ganadora del Oscar «Jinx es exactamente igual de poderosa que James Bond», con escotes, colores llamativos y su propia línea de cosméticos. Ahora que las mujeres también salvan el mundo... desde luego no es buen momento para morir...

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